Ocupar

Sem título

Les voy a contar la historia de Tincho. Tincho es el hijo único de un chabón que se llenó de plata comprando y vendiendo propiedades, agarrando bien los tiempos de la crisis del 89 y 2002. Murió cuando Tincho tenía veinticinco, dejandole quince departamentos y un trabajo de buen sueldo en la multinacional en la que trabajaba. Pero había una diferencia grande entre los dos, el papá de Tincho era un mujeriego incorregible y Tincho… bueno, Tincho no. 

No era un feo pibe para nada pero completamente falto de confianza en sí mismo, así que después de varias historias de fracasos amorosos que fueron escuchando de él sus compañeros de trabajo (cinco hombres y una mujer) se decidieron a ayudarlo y encontrarle pareja. 

Rápidamente las opciones empezaron a llegar para Tincho, algunó le enseñó a usar Tinder, otro lo llevaba a after offices todas las semanas, alguien tenía la amiga de una amiga a mano. Tincho seguía tropezando, pero ahora un poco más acompañado. 

Hasta que entró otra mujer a la oficina. Cuarentipico, dos hijos: uno de 20 y otro de 12. Inicialmente no le prestó mucha atención a Tincho y ella misma se prestó a dar una mano en la misión de conseguirle novia. El pibe le comentó rápido a uno de sus compañeros que le daba a la nueva, que si bien originalmente estaba desinteresada, cambió fuerte de opinión cuandó se enteró que Tincho era heredero de quince departamentos. 

Rápidamente arregló con la otra mujer de la oficina para que se cancele cualquier búsqueda de pretendientes para Tincho y a las semanas ya estaban de novios. Eso pasó hace un par de años. Los dos se fueron a trabajar a otro lado. De vez en cuando sus compañeros de trabajo comentan sobre las fotos por Europa que subieron a Facebook careteando felicidad y lo miserables que se los ven cuando se los encuentran cara a cara.

Tincho no tenía hijos, creo que no va a tener. 

Avon

En noviembre de 2018 Avon, la empresa de maquillaje, subió tres spots al canal de Youtube de su fundación en contra del acoso callejero, violencia doméstica, violencia digital (¿se acuerdan cuando el principal objetivo de las empresas era ofrecer productos y servicios para ganar plata y no impulsar ideologías y querer cambiar el mundo? ah, buenos tiempos) 

No sé si habrán puesto plata aparte en influencers pero sí sé que vi pasar estos videos cientos de veces en Facebook y Twitter en su momento. En los tres videos un hombre educa a otro sobre lo que quieren las mujeres, lo que no quieren, cómo deben ser tratadas y cómo no deben ser tratadas. Los tres videos terminan con los actores mirando a cámara dando el mensaje directo a los hombres en cuestión que miren el video: si conocés alguien que haga esto, frenalo. Es tu responsabilidad. Es tu problema. Vos tenés que ver y ese tipo de cosas.

En el de Violencia Doméstica un muchacho le plantea a su padre que trata mal a la madre porque controla que dice, hace, cuanto gasta, como se viste, la deja en ridículo en frente de todos y algo más de eso. Perla del video:

Padre —Pero yo a tu madre la quiero.

Hijo —Sí, pero la querés mal.

Padre —Bueno, es mi forma.

Hijo —Bueno, cambiá la forma, no sé… Y si tanto la querés tratala con respeto, con amor, con cariño.

Existe una forma correcta de querer amigos, por suerte vamos a ser educados al respecto por la fundación Avon.

El de Acoso Callejero es de donde saqué la captura de pantalla que va con este posteo. No hay mucha vuelta acá, un pibe en una moto le dice cosas sexuales a una hipotética chica y el compañero de bigotito le comenta que eso está mal, que es acoso, que es violencia y cuando mira a cámara tira esta perla:

Que las pibas tengan miedo de andar por la calle, que tengan que pensar por donde van, que tengan que pensar que ropa se ponen, que tengan que tratar de estar acompañadas, que tengan miedo de andar por algunos lugares porque se van a cruzar con nosotros, todo eso es violencia.

Como me pasó con el texto de Andahazi en Pibas bien se me hace difícil elegir donde empezar a desenmarañar esto porque tiene desmasiadas cosas con las que discrepo.

Hay un fenómeno que se fue dando en Argentina en los últimos años, no se cómo describirlo ni que nombre ponerle, quizá ya tenga nombre y yo lo desconozco. No me quiero sambullir mucho en este posteo ya que merece su propia publicación pero hay una dinámica interesante que se fue dando después del primer Ni una menos en el que poco a poco se les fue otorgando el monopolio del miedo a las mujeres. 

Digo esto porque básicamente, estoy bastante seguro que si los dos actores de ese spot tendrían que, por x situación, caminar veinte cuadras por una villa a las dos de la mañana también tendrían miedo de andar por la calle, tendrían que pensar por donde van, que ropa se ponen, de no ir solos y de no cruzarse con «ellos».

Por último, en Violencia Digital un flaco le saca una foto desnuda a una piba que se garchó una vez. Ella le pide que la borre y él no solo no la borra sino que la comparte y rápidamente la foto se hace viral. Así que viene un amigo suyo y lo reprocha al respecto. Hay una cosa que me causó bastante gracia en este spot. En un momento el que compartió la foto le dice al amigo «ni que fuera mi novia tampoco, che». Ahí pense que iban a ir por el lado que no importa si es o no es tu novia que hay que respetar a todas las mujeres por defecto pero después Felipe Colombo le tira que «pensá si fuera tu hermana», así que andá a saber. 

¿Qué tiene que ver esto con Tincho? ¿Por qué el título de este posteo se llama Ocupar?

El filtro en manos de quién

Ya lo dije pero me parece importante repetirlo: creo que los hombres y las mujeres somos distintos. No solo en los genes xx y xy, sino que pensamos distinto, sentimos distinto y tenemos distintos miedos. Somos diferentes, complementarios y estamos mejores juntos que separados. 

Dicho esto, una de las maneras en las que los hombres y las mujeres diferimos es en cuanto a nuestros miedos con respecto a los hijos que tenemos. Como desarrollé en Si yo fuera Maradona la duda de los hombres con respecto a la paternidad es si su hijo es realmente suyo o no. Durante la mayor parte de la historia de la humanidad era imposible saberlo con seguridad, así que se implementaron diversas conductas de comportamiento con el objetivo de asegurarle a los hombres que los hijos que iban a criar iban a ser suyos. Matrimonio con una mujer virgen, monogamia, que las mujeres que quedan viudas mueren de hambre y las infieles sean apedreadas en una plaza. 

Crudo, sí, salvaje para los tiempos que corren, pero efectivo a la hora de asegurarle al hombre en cuestión que su descendencia realmente sea suya. 

Por el contrario, el miedo de las mujeres es muy distinto ya que ellas tienen 100% seguro que su hijo va a ser suyo. El miedo de ellas recae sobre la calidad de hombre con la que tienen sus hijos. Ellas quieren tener hijos solo con el que, bajo su propio filtro, sea el mejor de todos los hombres y no tienen ningún problema en compartirlo de llegado el caso. No tienen ningún problema en quedar embarazadas de él y no verlo nunca más si así fuera, como desarrollé en el posteo sobre Maradona. 

Entonces, como se rescatarán, estos dos miedos son bastante dispares. Conflictivos si se quieren. Direcamente opuestos. 

Actualmente el orden social actual prioriza el miedo reproductivo de la mujer por sobre el del hombre. Desde la vuelta de la democracia en Argentina se fueron implementando diversas cuestiones que ayudan a apaciguar ese miedo. El divorcio unilateral, la asistencia social, el aborto. 

Por supuesto que estamos hablando de una (odio este término y me da bronca que no se me ocurra una alternativa) «batalla cultural» por lo que no se puede regular el comportamiento de los hombres que no pueda ser catalogado como delito por fuerza del estado. Así que ahí es donde entes como la fundación Avon se vuelven necesarios. 

Para este nuevo orden social cualquier forma de regulación de comportamiento de hombres generado exclusivamente por otros hombres representa un riesgo mortal, ya que prioriza la calma de su miedo reproductivo por sobre el de las mujeres y se les ocurren cosas como la monogamia y el patriarcado. Inaceptable. 

De esta manera, se torna completamente necesaria la invasión de cualquier espacio exclusivamente masculino, si no es por una presencia directa femenina entonces que lo sea por su propia ideología y narrativa. El riesgo es tan grande que gran parte del esfuerzo del feminismo como movimiento apunta a la ocupación de estos espacios.

Si está al alcance del estado regular sobre esto, entonces la ocupación se hará a través de leyes de cupo. Si no está al alcance del estado, se buscará convencer a algunos hombres que sean “buenas personas” y adopten el rol de policía de comportamiento masculino. Ustedes, pagafantas, adopten el rol de hombre bueno y cuando empiece el partido pateen contra su propio arco.

Por supuesto que la mayoría de los hombres que adoptan esto son de bajo valor o no tienen mujeres haciendo fila por ellos.  Digo, ¿se dieron cuenta como nunca vieron a un chabón fachero con el pañuelo verde colgado de la mochila?

La transformación de la violación

La violación como delito no surge para proteger a la mujer, sino para resarcir a su familia. Si un patriarca se encarga que sus hijas sean buenas, dulces y lleguen vírgenes a la edad de ser presentadas en socidad, que otro hombre las viole representa una gran pérdida para el padre de familia ya que las iba a hacer casarse con ciertos hombres de ciertas familias en lo que juzgaba sería benificioso para todos.

Como la escena inicial de El Padrino en la que el panadero llora por la hija, básicamente.

Al no existir conceptos como el deseo de la mujer, la capacidad de ella misma elegir con quién casarse y mucho menos la idea de consentimiento, la violación solo era castigada si se perjudicaba el honor de dicha familia. Por lo tanto, era impensable que un marido pueda violar a su mujer o que una prostituta pueda ser violada. Ya que en el primer caso el honor de la familia queda intacto y en segundo no se consideraba había honor que proteger. 

Con el paso del tiempo todo esto fue cambiando, por supuesto, y la violación fue cambiando los parámetros en los cuales sucede y a quién perjudica.

Quizás el mayor quiebre en todo esto es la introducción de la idea del consentimiento. Básicamente, que la mujer esté de acuerdo con las condiciones en las cuales el encuentro sexual va a ser llevado a cabo. Esto abre dos aristas interesantes. Por un lado, es la muerte de la idea que la violación es algo que sucede usando la fuerza física. Por el otro, una espiral que no se sabe bien dónde termina. 

Si se considera violación a cualquier forma de acto que incluya el cuerpo de una mujer pero no el consentimiento total de ella, dónde están los límites de lo que se va a considerar violación.

Por ejemplo, sacarse el preservativo en pleno acto sexual ya es considerado una forma de violación.

Ahora, las preguntas van cayendo solas. 

Si un hombre le dice a una mujer que es millonario y ella tiene sexo con él impulsada por esto solo para enterarse cinco años después que era todo mentira, es violación?

Si un médico de una clínica de fertilidad cambia la muestra de semen que sus pacientes le llevaron y las insemina con el suyo propio, las está violando?

Si un pibe sale con una chica que en su biografía de Tinder dice que no tiene sexo en la primera salida, tienen sexo en la primera salida y a la mañana siguiente ella se siente culpable al respecto, fue violada?

No sé, yo no tengo respuestas a esto y ya escribí mucho, piensen un toque ustedes también.

La muerte del patriarcado en Argentina

Mi intención con este blog es hacer, dentro de mis posibilidades, un análisis de la dinámica intergénero dentro del contexto de la sociedad argentina. En el intento seguramente tocaré temas como la TV o, como en esta entrada, historia/política pero siempre que lo haga intentaré que sea de una forma aséptica, con el foco puesto en el objetivo original de este espacio.

Dicho esto, vamos a lo nuestro.

Cuando escribo esto Argentina entra en su año 36to consecutivo de gobiernos democráticos ininterrumpidos por golpes militares. Un breve repaso por la lista de presidentes argentinos deja en claro que la norma, sobre todo desde la Ley Sáenz Peña, fueron ciclos de (aproximadamente) diez años de gobiernos democráticos, diez años de dictaduras militares. Durante esos años, una intervención militar del orden democrático era, generalmente, juzgada como buena y necesaria ya que, se creía, iba a poner un poco de orden en medio de tanto caos. Esto se rompe después de la dictadura militar iniciada en 1976 y tiene mucho que ver con sus acciones. 

El llamado Proceso de Reorganización Nacional tuvo consecuencias tan negativas para el país, sobre todo desde el punto de vista económico, que obligó a las élites que conducen la nación a decidir cuándo un gobierno es legítimo y cuando no. Con el comienzo de la democracia tanto las fuerzas armadas como cualquier institución o grupo social que estuvieron fuertemente asociadas a ellas en el periodo ’76-’83 sufrieron una fuerte disección y/o reforma. 

Dicho de otra manera, las instituciones sobre las cuales una sociedad patriarcal se erige (las fuerzas armadas, la iglesia, el matrimonio, la familia) fueron juzgadas dañinas y peligrosas o en el mejor de los casos anticuadas e innecesarias. 

En el caso de las fuerzas armadas como en el de la iglesia, su reforma fue hecha de una manera consciente y activa por parte del Estado. El enjuiciamiento de los militares que participaron en la desaparición de personas, el fin de la colimba y los intentos de terminar el financiamiento de la iglesia son algunos de los ejemplos de esto. 

En el caso del matrimonio y la familia me resulta más interesante, sobre todo por lo mucho que se ve afectado por los vaivenes de la economía.

Por un lado, dudo mucho que los legisladores que en 1987 votaron la ley que permitía volver a casarse a aquellos matrimonios que se divorciaran que 30 años después la tasa de divorcios iba a estar en el 50%.

Por el otro, hay que hacer malabares mentales para no encontrar una relación directa entre que el porcentaje de población activa femenino dentro del mercado laboral no crece desde 2002, mismo año en el que Eduardo Duhalde empieza a revolear planes sociales.

 

Nuevo orden

Poner una fecha exacta a la muerte del patriarcado en Argentina es imposible, ya que un orden social es complejo y está compuesto tanto por leyes del Estado como por convenciones sociales y cualquier síntesis que pueda hacer de estas dos cosas el ambiente cultural.  

En lo personal, se me hace difícil denominar patriarcal a una sociedad con las características que acabo de describir y donde una de las comedias más populares de los últimos años es «Un novio para mi mujer», una película en la que un pobre gil le paga a otro hombre para que por favor se garche a su esposa y así se pueda separar sin cargo de consciencia. 

Desconozco que nombre tiene el orden social actual, entiendo que «matriarcado» implicaría que todas las posiciones de poder son ocupadas por mujeres, cosa que no pasa actualmente. Lo que si sucede es que aquellas personas que ocupan esas posiciones de poder o influencia se sienten obligadas a rendir tributo o dar explicaciones ante cada una de sus acciones o declaraciones que no coloque al género femenino como poseedor de otra cosa que no sea verdad, luz y bondad. 

Por falta de mejores términos, de ahora en más voy a usar «orden social prioritario femenino» aunque suene para el orto. Si a alguno de mis lectores se les ocurre algo mejor, por favor, no duden en sugerirlo.